Heriberto Reyes, siempre fue justiciero, desde pequeño y aunque no era peleador, se las ingeniaba para defender lo que le parecía injusto. Sin duda esta característica y luego de haberse titulado como Profesor de Historia y Geografía de la Universidad Austral, lo llevó en 1991 a estudiar Derecho en la Universidad Andrés Bello.
Ya en 1996, cuando cursaba último año de la carrera, Reyes decidió que lo suyo era el derecho comercial y por lo mismo junto a su compañero y amigo Marco Vega realizaron su tesis de grado sobre dumping y competencia desleal. “Queríamos hacer una buena tesis y entramos a estudiar durante un año comercio exterior, ya que era la única forma de entender los conceptos”.
Pero los azares de la vida lo llevaron por otro lado, y hoy este abogado de 44 años reconoce haberse fascinado con el Derecho Penal gracias a su primer trabajo en el Instituto Médico Legal. “Tenía una compañera que siempre quiso trabajar ahí y entonces decidió enviar su currículo y de paso el mío, y aunque yo no tenía muchas expectativas me llamaron para trabajar”.
En el Médico Legal, y tal como él señala aprendió mucho, se interiorizó del trabajo de los médicos, conoció su lenguaje y cómo hacían los peritajes. “Fue un período que me marcó mucho profesionalmente, un período súper potente como el caso de los detenidos desaparecidos en el que me tocó ver cómo armaban los cuerpos”.
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En el año 2000 este abogado, formado en la Andrés Bello, recibió la noticia de la Reforma Procesal Penal con particular entusiasmo, ya que en muchas ocasiones como estudiante universitario y cuestionó duramente nuestro sistema penal. “Era un sistema primitivo, obsoleto, que ningún país desarrollado podía tener y yo jamás imaginé me tocaría ser parte de este cambio… era una revolución, jurídica y cultural que obligaba a la transparencia”.
En ese contexto y luego de desempeñarse como abogado asistente del Ministerio Público, Heriberto Reyes quiso ser fiscal y al poco tiempo asumió como Fiscal Antidrogas en la Región de Arica. “Se trata de una zona muy extrema, en todo sentido, los delitos son muy viscerales, la verdad es que jamás imaginé que iba a ser así, yo no sospechaba cómo me estaba preparando”.
Reyes tampoco sospechaba que en el año 2003 su “cabeza” tendría precio, debido a la captura de Mikel Inunciaga, un reconocido narcotraficante vasco que dirigía un plan para enviar a Europa más 70 kilos de cocaína. “Lo atrapamos en un hotel de Santiago con 350 mil dólares; con cierta frialdad me mostró el maletín y trató de sobornarme”.
Tras este intento fallido, Inunciaga no se dio por vencido y fue través de su socio, también detenido, que le envió un especial mensaje a Reyes. “El socio de Inunciaga pidió declarar en el juicio y apenas comenzaba a tomarle la declaración me dijo: Mikel dice que si a él lo condenan, usted se muere. Ya contrató a un pistolero en Santiago para que lo venga a matar”.
Fue una frase que caló hondo en la vida del fiscal Reyes, ya que desde ese momento reconoce vivir en constante alerta. “He metido preso a más de 100 narcotraficantes, cuantos no me tendrán odio. Ahora el que condena tiene nombre y apellido, en este caso se llama Heriberto Reyes”.
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