ALVARADO VELLOSO es de aquellos hombres que nacen con el don de la inmunidad a la indiferencia. Las mentes abiertas a un repensar del Derecho Procesal se sentirán atraídos irremediablemente por su lógica incuestionable y, si bien no siempre lo seguirán, terminarán admirándolo y queriéndolo. Las que no tienen esa predisposición propia de la ciencia, se pondrán en las antípodas y lo cuestionarán implacablemente.
Como sea, nunca pasará inadvertido. Muestra tangible de lo expresado constituye este testimonio de tributo de la comunidad jurídica procesalista de Iberoamérica. Pero, ¿en qué consiste la personalidad atrapante de AAV?, ¿de qué está hecha esa fuerza centrípeta que irradia permanentemente? La respuesta la encontramos en el rótulo de esta obra: «La fe del hombre en sí mismo o la lucha por la libertad a través del Proceso». Y es que el jurista nacido en Rosario el 1 de mayo de 1935, luego de siete lustros de judicatura, decidió ponerse al otro lado del mostrador y se vino haciendo patria desde la Universidad Nacional de Rosario, portando la bandera de un proceso con igualdad de los parciales como último bastión de la libertad. Salió a recorrer el orbe procesal y posibilitó que abogados de América y Europa estemos reunidos hoy aquí. Con su incansable lucha por un proceso libertario se ganó el monumento a la fe del hombre en sí mismo. Creyó siempre, hasta cuando ya nadie creía. Todo esto para acabar con el proceso publicista que nos han impuesto.
Esa suerte de pecado original jurídico con el que nos forman en las facultades de todos los países. Todos sus seguidores somos conversos. Apostamos a un reverdecer académico. A una segunda juventud despertada por el garantismo. Por ello, podemos decirle con sonrisa agradecida: ¡Gracias, Maestro!
Irrumpió hacia todo el continente desde la bella y generosa Rosario, que lo acunó y formó. A sus 73 años sigue siendo el número uno total del procesalismo latinoamericano. Otro ejemplo de que la vigencia poco tiene que ver con la edad.
Es el «Rosarino Errante», viajero vocacional. Vino para neutralizar esa seria crisis de enfoque cuando no se advertía un horizonte claro, luminoso. Lo hizo cuando cada vez los nubarrones eran más oscuros y densos. Tuvo la fe para rescatar el proceso. Para que deje de ser un trámite insípido, inodoro e incoloro. El ir contra la corriente le da el tinte de los hechos memorables. Ni el incendio de la facultad de Derecho de la UNR detuvo el andar virtuoso de la Maestría que él dirige. Todo gracias a este atlante del Derecho Procesal. Es un motor que no se apaga jamás.
Testigos de esta afirmación son todos los presentes. Ante la sola convocatoria del Maestro, llegamos de los cuatro puntos cardinales abogados de más de una docena de nacionalidades. ADOLFO ALVARADO VELLOSO es un líder aglutinante, de esos que junta a todos y los manda para adelante. Promueve tribuna y proscenio a los más jóvenes. Los cría, los protege y cuando ya pueden volar, desafía sus competencias y capacidades cultivadas. Esta generosidad es más rara aún porque proviene de un jurista. No está prohibido imitarlo y sería bueno hacer unas cuantas copias y repartirlo.
Por eso también este homenaje. La generosidad de ADOLFO ALVARADO no conoce los límites de tiempo. Esto hace posible que en estas páginas se junten juristas reconocidos y abogados promesas, separados en edad hasta por… ¡medio siglo! Además, tiene los bolsillos sin cosquillas de necesidad. Lo que demuestra que lo hace por el alma de Maestro que posee.
Los publicistas nunca le perdonaran que no esté con ellos. Sentirán su ausencia como un cráter ostensible. Les produce frustración el no tenerlo en su grey. No sólo los privó de su sabia danza, sino que les apagó las luces en lo mejor de la fiesta. Impidió el tañido monocorde de una sola campana. Debido a esto es permanentemente bloqueado en su trayectoria vertiginosa. Hay temor de dejarle territorios libres para debatir y disentir. No nos lo contaron, lo vivimos. Cuando comenzamos a recorrer todo lo extenso del mapa peruano con el discurso garantista, todos los volcanes inquisitivos, enojados, tosieron lava.
Pero sería hereje gastar todas las líneas en una idea de proceso que no las merece. Volvamos al héroe. Dice Uno, el tango inmortal de Enrique Santos Discépolo: «Uno busca lleno de esperanzas…/el camino que los sueños prometieron a sus ansias…/ Sabe que la lucha es cruel y es mucha…/pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina…» Convertido en el protagonista de Uno, AAV luchó, sangró y corrió con fe, empecinado en no perder. Y no perdió.
Finalmente, unas palabras a los presentes en el Teatro español de Azul. A la feligresía del gran Congreso del Procesalismo de la libertad. Los autores de esta obra saludamos a quienes con una devoción casi religiosa en el amanecer de noviembre que, desde hace diez años, convergen en esta cervantina y extraordinaria ciudad.
La asistencia a Azul es un fenómeno único en el mundo jurídico: en esta primera década, el número de asistentes ha sumado cifras de cinco guarismos. En comparación con los encuentros de la vereda del frente, es menos millonaria, menos mediática, menos glamorosa…Pero es más pura, más doncella. Uno la siente más digna para hacerla nuestra… y para siempre. DR. ADOLFO ALVARADO VELLOSO: ¡Eso es patrimonio!.
Como sea, nunca pasará inadvertido. Muestra tangible de lo expresado constituye este testimonio de tributo de la comunidad jurídica procesalista de Iberoamérica. Pero, ¿en qué consiste la personalidad atrapante de AAV?, ¿de qué está hecha esa fuerza centrípeta que irradia permanentemente? La respuesta la encontramos en el rótulo de esta obra: «La fe del hombre en sí mismo o la lucha por la libertad a través del Proceso». Y es que el jurista nacido en Rosario el 1 de mayo de 1935, luego de siete lustros de judicatura, decidió ponerse al otro lado del mostrador y se vino haciendo patria desde la Universidad Nacional de Rosario, portando la bandera de un proceso con igualdad de los parciales como último bastión de la libertad. Salió a recorrer el orbe procesal y posibilitó que abogados de América y Europa estemos reunidos hoy aquí. Con su incansable lucha por un proceso libertario se ganó el monumento a la fe del hombre en sí mismo. Creyó siempre, hasta cuando ya nadie creía. Todo esto para acabar con el proceso publicista que nos han impuesto.
Esa suerte de pecado original jurídico con el que nos forman en las facultades de todos los países. Todos sus seguidores somos conversos. Apostamos a un reverdecer académico. A una segunda juventud despertada por el garantismo. Por ello, podemos decirle con sonrisa agradecida: ¡Gracias, Maestro!
Irrumpió hacia todo el continente desde la bella y generosa Rosario, que lo acunó y formó. A sus 73 años sigue siendo el número uno total del procesalismo latinoamericano. Otro ejemplo de que la vigencia poco tiene que ver con la edad.
Es el «Rosarino Errante», viajero vocacional. Vino para neutralizar esa seria crisis de enfoque cuando no se advertía un horizonte claro, luminoso. Lo hizo cuando cada vez los nubarrones eran más oscuros y densos. Tuvo la fe para rescatar el proceso. Para que deje de ser un trámite insípido, inodoro e incoloro. El ir contra la corriente le da el tinte de los hechos memorables. Ni el incendio de la facultad de Derecho de la UNR detuvo el andar virtuoso de la Maestría que él dirige. Todo gracias a este atlante del Derecho Procesal. Es un motor que no se apaga jamás.
Testigos de esta afirmación son todos los presentes. Ante la sola convocatoria del Maestro, llegamos de los cuatro puntos cardinales abogados de más de una docena de nacionalidades. ADOLFO ALVARADO VELLOSO es un líder aglutinante, de esos que junta a todos y los manda para adelante. Promueve tribuna y proscenio a los más jóvenes. Los cría, los protege y cuando ya pueden volar, desafía sus competencias y capacidades cultivadas. Esta generosidad es más rara aún porque proviene de un jurista. No está prohibido imitarlo y sería bueno hacer unas cuantas copias y repartirlo.
Por eso también este homenaje. La generosidad de ADOLFO ALVARADO no conoce los límites de tiempo. Esto hace posible que en estas páginas se junten juristas reconocidos y abogados promesas, separados en edad hasta por… ¡medio siglo! Además, tiene los bolsillos sin cosquillas de necesidad. Lo que demuestra que lo hace por el alma de Maestro que posee.
Los publicistas nunca le perdonaran que no esté con ellos. Sentirán su ausencia como un cráter ostensible. Les produce frustración el no tenerlo en su grey. No sólo los privó de su sabia danza, sino que les apagó las luces en lo mejor de la fiesta. Impidió el tañido monocorde de una sola campana. Debido a esto es permanentemente bloqueado en su trayectoria vertiginosa. Hay temor de dejarle territorios libres para debatir y disentir. No nos lo contaron, lo vivimos. Cuando comenzamos a recorrer todo lo extenso del mapa peruano con el discurso garantista, todos los volcanes inquisitivos, enojados, tosieron lava.
Pero sería hereje gastar todas las líneas en una idea de proceso que no las merece. Volvamos al héroe. Dice Uno, el tango inmortal de Enrique Santos Discépolo: «Uno busca lleno de esperanzas…/el camino que los sueños prometieron a sus ansias…/ Sabe que la lucha es cruel y es mucha…/pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina…» Convertido en el protagonista de Uno, AAV luchó, sangró y corrió con fe, empecinado en no perder. Y no perdió.
Finalmente, unas palabras a los presentes en el Teatro español de Azul. A la feligresía del gran Congreso del Procesalismo de la libertad. Los autores de esta obra saludamos a quienes con una devoción casi religiosa en el amanecer de noviembre que, desde hace diez años, convergen en esta cervantina y extraordinaria ciudad.
La asistencia a Azul es un fenómeno único en el mundo jurídico: en esta primera década, el número de asistentes ha sumado cifras de cinco guarismos. En comparación con los encuentros de la vereda del frente, es menos millonaria, menos mediática, menos glamorosa…Pero es más pura, más doncella. Uno la siente más digna para hacerla nuestra… y para siempre. DR. ADOLFO ALVARADO VELLOSO: ¡Eso es patrimonio!.
GUIDO AGUILA GRADOS. Lima - Perú
(*Discurso de presentación del Libro Homenaje a Adolfo Alvarado Velloso el jueves 13 de noviembre en el Teatro Español de Azul con motivo del X Congreso de Derecho Procesal Garantista)
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