Tras la votación realizada este 18 de diciembre por los ministros de la Corte Suprema, Milton Juica Arancibia, Director del Departamento de Derecho Procesal de la U. Andrés Bello, fue designado como el próximo presidente del pleno, quien ejercerá por los siguientes dos años.

El 6 de enero asumirá como la tercera autoridad del país, y aunque posee una vasta experiencia en la Corte Suprema y hasta hoy cumple un destacado rol como vocero del mismo organismo, reconoce que presidir un poder del Estado constituye un importante desafío, que reviste una gran responsabilidad.



La reciente votación ubica a Milton Juica entre los más influyentes exponentes del Derecho en el país, condición que compatibilizará con sus labores en la Universidad Andrés Bello.

¿Qué implica ser presidente de la Corte Suprema?

La verdad es que el presidente de la Corte Suprema no tiene un rol tan preponderante como el presidente de la República. Es más o menos el papel que juega el presidente del Senado o de la Cámara de Diputados, que no tiene mucho poder de decisión.
La cabeza del poder judicial sigue siendo la Corte Suprema, no el presidente, él es la cara visible, la parte protocolar, el que presenta proyectos de acuerdo, pero todo lo importante de gobierno, de administración y de gestión, le corresponde al pleno de la Corte Suprema.
Desde el punto de vista protocolar por supuesto es importante, uno representa a la Corte en todas las actividades políticas del Estado, o el cualquier intervención fuera del país, o si requieren a la Corte Suprema o al presidente.

¿Cómo evalúa su rol de vocero?

Esta figura de vocero se creó para no distraer al presidente que tiene muchas tareas, y para evitar que éste pueda caer en algún problema de interpretación. Evidentemente el vocero tiene más cuidado; además de estar preparado, es un intermediario, aunque el presidente siempre sigue siendo un vocero, si el quiere referirse a un determinado tema lo puede hacer. Lo que se intenta es que exista un interlocutor entre la corte, el presidente y los medios.

¿Cómo ha sido su relación con la prensa?

Yo he tenido bastantes buenas relaciones con los medios de comunicación, me he manejado bastante bien – creo yo – les he dado lo que quieren dentro de lo que he podido, y ellos lo han entendido perfectamente. Pero desde luego ahora debe haber un vocero distinto y eso está manejado a través de nuestra Dirección de Comunicaciones.
Nosotros todos los días estamos generando material de comunicaciones, nos pronunciamos respecto a lo que sale en la prensa y a la contingencia.
¿Cómo surge este interés por comunicar?
Hace dos años que estamos trabajando en abrirnos comunicacionalmente a la sociedad, por eso hemos aumentado en los ranking de transparencia y en la relación del Poder Judicial con los medios de comunicación.
En transparencia internacional, somos el país que más información ofrece a través de Internet, estamos en el primer lugar entre 33 países, le ganamos a Estados Unidos y España por ejemplo. Entre los países de OEA, Chile tiene un 85% de la información a disposición de la gente, y no tenemos más porque no sabemos en qué consiste el otro 15%.
Lo que queremos es reflejar todo lo que tenemos, aunque por cierto hay prohibiciones de ciertas cosas, no porque nosotros los digamos sino porque la ley dispone de ciertos límites que son bastante atendibles. Todo lo demás es público. En materia de sentencias sobre todo, la Corte es muy transparente.

¿Cuáles son los desafíos de su gestión?

Tenemos una meta Bicentenario que ya se está logrando: la de tener el despacho al día. Queremos superar el atraso histórico que tienen los tribunales de justicia desde el punto de vista de la Corte de Apelaciones y la Corte Suprema. En este momento la Suprema superó el atraso y estamos con ingreso de causas del año, es decir del 2008, y en algunas salas están en el 2009, pero la regla general es que nosotros no tenemos causas anteriores a un año. Eso pareciera que no es ninguna cosa pero hace 5 o 6 años atrás, la tramitación de la causa en la Corte Suprema era de 4 o 5 años, ahora es un año, lo que es un avance. En la Corte de Apelaciones la gran mayoría de las causas son del año, y esa política va a seguir.
En este momento estamos haciendo un inventario de todas las causas que tengan más de dos años de atraso en los tribunales, vamos a establecer cuáles son y qué medidas vamos a disponer para que estas cosas se despachen. Esto tiene que ver con un manual de buenas prácticas de los tribunales.
Nuestra segunda meta es profesionalizar el espacio, hay tantos abogados que necesitan trabajo y nosotros queremos que nuestro personal esté compuesto principalmente abogados. Sin embargo este es algo que queremos hacer con mucha prudencia y mucho respeto, en la medida que se vayan produciendo vacantes.
Lo otro es ver la manera de seguir modernizando el poder judicial, nosotros hemos participado en varios proyectos de modernización que están pendientes en el Congreso y hay que insistir con mayor fuerza en eso. Están las leyes y están provistos los proyectos, es cuestión de que el ejecutivo y el Congreso se pongan de acuerdo.

¿Cómo evalúa las reformas que se han desarrollado en el último tiempo?

Los sistemas orales tienen de por sí un sello de modernidad, se cambia a un sistema totalmente legitimado socialmente por la publicidad y la transparencia, que está dotado de recursos que hacen que la gestión se haga expedita.
Tenemos toda la parte penal, toda la de familia y la del trabajo; nos están quedando sólo algunas islas grandes, pero islas dentro de un continente, y eso se va a regular en un tiempo. Lograremos que todo sea por la vía de la oralidad que permite naturalmente modernizar el despacho de la gestión judicial y agilizar el debate jurisdiccional, lo que es importante para la sociedad. Sin duda hacemos un buen balance del proceso.

¿Cómo se ha trabajado la capacitación de los funcionarios?

Cada reforma ha involucrado un alto costo de capacitación, que se hace por intermedio de la Academia Judicial, que es un organismo autónomo pero que está relacionado directamente con el poder judicial; se ha hecho a través de los cursos para formar a los jueces para perfeccionar a los que están en el cargo. Cada año todos los funcionarios judiciales tienen que hacer un curso de perfeccionamiento obligatoriamente, por lo tanto en este ítem también hemos avanzado mucho, pero indudablemente se puede hacer más todavía.

Relación con el mundo académico
¿Cómo surge el interés por la academia?
Yo fui invitado a participar del mundo académico hace más de 20 años (…) esto me obligó a trabajar y estudiar para estar a la altura.
Más tarde tuve la oportunidad de venirme a trabajar a la Universidad Andrés Bello, y por supuesto dejé las otras universidades en las que me desempeñaba, porque yo creo que un académico no debe trabajar en muchas instituciones: inevitablemente debe ponerse la camiseta por una de ellas. Y yo estoy muy contento aquí.
Me siento muy bien con el mundo de los estudiantes, conozco sus vivencias, sus aspiraciones, sus problemas y eso me sirve mucho desde el punto de vista de mi trabajo como juez, esa percepción juvenil me sirve mucho, y me pongo al día también, es un buen ejercicio, yo creo que todos los jueces debieran pasar por esta experiencia. Difiero de aquellos que creen que los jueces no debieran hacer clases, yo creo por el contrario que es útil, para el perfeccionamiento propio de los jueces y porque ellos participan de su experiencia práctica con los alumnos, a los jóvenes les encanta cuando uno les habla de las cosas prácticas de los tribunales.

¿Cómo percibe la calidad de los abogados que se están formando en el país?

En general la Corte Suprema tiene una percepción bastante negativa de la calidad de los abogados y eso es por la globalización del estudio del Derecho. Por eso también creo que la enseñanza del Derecho de la Clase Magistral ya tiene que ir en franca retirada, no se condice con los momentos actuales de cómo se ejecutan los procedimientos, que son muy prácticos; eso hace que tengamos que replantear cómo enseñamos el Derecho, tenemos que mejorar sustancialmente esta técnica.
Tenemos que tener cuidado respecto a qué tipo de abogados estamos entregando a la sociedad, es una gran responsabilidad, mientras más calidad tenga el profesional tendremos una mejor sociedad, porque son los garantes de los derechos de las personas.

¿Cuál es el abogado que se necesita hoy?
El campo del abogado siempre ha sido muy amplio, pero desde el punto de vista judicial creo que necesitamos para los tribunales, abogados que sean técnicos expertos en litigación, de tal manera que le aseguren a las partes que desde el punto de vista de la tramitación del proceso van a ir cumpliendo todas las etapas, y que si pierden el juicio, lo harán exclusivamente porque no tenían la razón.
Si hay universidades que quieren formar abogados para litigar deben prepararlos en esa área, aunque puede haber universidades que tengan la pretensión de preparar abogados para la empresa, o para la administración del Estado, o para lo contencioso administrativo o simplemente para el mundo académico, o para el mundo de la diplomacia.
Los campos de los abogados son muy amplios, no obstante a nosotros los jueces nos interesan abogados que hagan un buen trabajo en el desarrollo del proceso, y que no pierdan el juicio porque se equivocaron en hacer su demanda, o porque no interpusieron el recurso de apelación en el tiempo, o porque no llevaron los testigos cuando debían llevarlos, o porque no supieron tener una buena práctica de litigación en el desarrollo de una audiencia, eso es grave, y si vamos a tener abogados para los juicios debemos tener a los mejores abogados para eso. Esa es la tarea.

Fuente: noticias.unab.cl
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